Mi cuaderno de Bitácora del 28 de Septiembre de 2011
Sunyer · 28/09/2011
Fuente: Sunyer
Es una de las cuestiones que aparecieron hoy. No me alargaré demasiado, pero creo que os lo he podido clarificar.
Terapia o psicoterapia.
Hoy se plantearon varias cuestiones: terapia o psicoterapia, la relación asistencial, la cuestión de la horizontalidad, la adaptación al paciente, lo social…
Es curioso cómo jugamos con la palabras para poder sentirnos mejor o peor. Recuerdo la ocasión en la que me consideraba y quería ser considerado psicoterapeuta y que, con gran dolor en aquel momento, oí aquello de Ud., es terapeuta. Me costó mi tiempo digerir ese reposicionamiento y tiempo también entender lo mucho que me ayudó; pero el dolor lo sentí en mi propia piel. Y es que con frecuencia utilizamos las palabras para suplir carencias o para creer que somos o que tenemos algo. ¿Por qué tiene más valor, como bien comentasteis, la palabra psicoterapeuta que la otra? ¿Por qué tiene más enganche la idea de Couching que la de terapia? ¿Por qué tenemos que inventar palabras que definan cosas cuando muchas veces ya están definidas por otras? Siguiendo con los recuerdos, cuando era estudiante de ingeniería agronómica, allá por los años sesenta y muchos, se modificó el título de Perito industrial por el de Ingeniero técnico industrial. Y recuerdo que pensé en el dicho de “los mismos perros pero diferentes collares”, y no porque considerara que unos u otros fuesen canes, no. Me refería a ese cambiar o introducir palabras que parecen que van a definir una realidad cuando muchas veces no es así.
Terapia es una palabra vinculada con la ayuda sin más. Y eso no es “menos que” o tiene un valor inferior a otra como puede ser Psicoterapia. Sencillamente son cosas diferentes y que ambas tienen lugar y razón de ser. Si reflexiono un poco en lo que hacemos en clase, en lo que hago en clase con vosotros, observo que se puede categorizar fácilmente como terapia pero no como psicoterapia. En este sentido la Orientación Psicológica es una terapia y no una psicoterapia. Pero la razón no proviene del tipo de persona a la que atendemos sino de la intencionalidad del profesional. Mi intención es ayudar al tiempo que compartimos conocimientos. O incluso lo podemos pensar a la inversa, al compartir conocimientos nos ayudamos.
Evidentemente tengo una visión de lo que se podría denominar aparato psíquico grupal, como del aparato psíquico individual. Es una lente que no puedo quitármela de encima ya que forma parte de mi formación (deformación) profesional. Pero mi intención va en la línea que he señalado. Tanto en la directa como en la inversa: al compartir información nos ayudamos. Y si pienso en eso es por mi formación grupoanalítica.
Al incluir la palabra terapia en nuestro vocabulario y al darle un valor concreto y elevado, nos encontramos con que podemos elevar el rango que tienen muchas actividades que realizamos cotidianamente. Cuando uno de vosotros está dando clases de lo que sea, si la intencionalidad va en el sentido de ayudar a esa persona en un terreno concreto, damos a la actividad lectiva una característica que la enriquece. Ya no es la mera transmisión de conocimientos, el mero entrenamiento para ejecutar determinadas tareas, la habilidad para que adquiera un hábito, sino es la utilización de ese espacio para ayudar a esa persona ante algo que se manifiesta con esa dificultad académica. Puede ser que ese chaval de doce años que pasa de mí, que le importa un carajo lo que hacemos, esté buscando una forma de relación conmigo que sea diferente de la que tiene con sus padres. E igual en un momento le tendré que decir con mis habilidades comunicativas que me duele que me trate como me da la sensación que trata a otras personas cuando sólo deseo ayudarle porque le veo triste y muy enfadado. E igual, cuando me encuentre con la madre tendré que poner mi capacidad de escucha para entender que detrás de toda la parafernalia que me cuenta lo que hay es mucha tristeza. Fijaros que he transmutado el espacio de clase de lo que sea en algo que va más allá. Estoy haciendo de terapeuta.
El trabajo psicoterapéutico va dirigido a aquellas personas que desean modificar su forma de ser, desean cambiar cosas en su vida y en sus relaciones para poder sentirse mejor y ser felices. Este trabajo de modificación que me piden va asociado a mi intencionalidad de modificación de la estructura mental, psíquica, del otro. Y esta es otra tarea diferente. Como podéis ver no es lo mismo hacer una intervención para arreglar una válvula del corazón que intervenir para que una persona tenga unos hábitos de vida más saludables que no le lleven a tener que necesitar de la ayuda del cirujano. Las dos son igual de importantes; es más, la segunda me da la sensación que es más fundamental ya que con ello podemos aliviar a muchas más personas con menos coste.
Pero claro, esa intervención terapéutica exige un tipo de relación de manera que se favorezca algún proceso terapéutico. Y cuando hablamos de proceso estamos subrayando el carácter duradero de una relación en la que cada uno interviene en el otro. Cuando el chaval de doce años me envía al quinto pino de forma despectiva puedo hacer dos cosas (por resumir, claro). Actuar como actúan sus padres o decirle que entiendes perfectamente que me envíe a paseo. Es decir, o actúo como actúa todo el mundo con él o le muestro que puede haber otro tipo de respuestas. Y que lo entiendo porque en muchas ocasiones me gustaría enviar a la Conchinchina o a galeras a las personas que me jeringan; aunque también me he tenido que aguantar esas ganas y aprender vivir con los demás. Y si me pregunta que le diga alguna ocasión, ¿acaso no tenemos un montón de situaciones en las que hemos deseado hacer eso? Pues buscamos en nuestros archivos aquella que podemos explicar, aquella que pensamos puede entender. Y como es nuestra, no es inventada, la transmitimos desde nuestra propia honestidad. Y ello es captado por el otro. Y aunque no es magia, poco a poco, las dosis homeostáticas de nuestras intervenciones van surtiendo efecto.
Y os dejo porque tengo más cosas que hacer.
Hasta el martes que viene.
Dr. Sunyer (28 de septiembre de 2011)
El planteamiento es muy sencillo. La clase es un espacio en el que estamos muchas personas, como 50 o más.Uno puede considerarla desde diversas posiciones, pero personalmente prefiero pensar que estoy con un grupo. No ante un grupo sino en él. Este conjunto de personas que lo constituimos establecemos inevitablemente una serie de interdependencias, vinculantes muchas de ellas, que determinan no sólo la atmósfera grupal sino la manera de relacionarnos y los sentimientos que se derivan de todo ello. Cierto es que dado que trabajamos unos textos determinados, hay muchos elementos que se activan a través de la lectura de los mismos. Y la experiencia me indica que esos mismos elementos se activan también en las relaciones que establecemos en el grupo. Estos escritos son las reflexiones que desde mi puesto de conductor de ese grupo van aflorando en mi mente y que sirven, eso espero, de reflexión y de trabajo complementarios a la asignatura.