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martes, marzo 21, 2023
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Red 

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Terminología de psicoterapia de grupo

Red

Cat.: xarxa. Eusk.: sarea. Gal.: rede. Ing.: network. Fr.: resaux. It.: rete. Por.: rede. Ger.: netz. Gr.: díktyo

Entramado de líneas que unen las informaciones que se transmiten entre dos o más personas y a través de las que se estructuran las interdependencias con las que se vinculan los seres humanos. Por medio de ellas se influye en los demás en aras a mantener el statu quo individual y colectivo con el fin de poder satisfacer y controlar tanto los impulsos y deseos propios como ajenos. Su expresión social se manifiesta mediante las diversas formas de poder.

La palabra red, que siguiendo a Corominas aparece en nuestro idioma sobre el 1074, proviene del término latino «rete», palabra con la que se hacía alusión al tejido formado por mallas (cada uno de los cuadriláteros que, formados por cuerdas, hilos, fibras que se cruzan, se anudan en sus cuatro vértices) y que eran utilizados para cazar, pescar, sujetar, etc. Siguiendo los trazos del término, Roberts, E. A. y Pastor, B. (1996) indican que en el idioma indoeuropeo existía la raíz «erd-», con el significado de «separar», que presenta una alteración vocálica que queda articulada con el término latino «rete» con el significado de «[cuerdas] separadas». En griego dio lugar a la palabra eremita, «el que vive en soledad». Paralelamente había otra raíz indoeuropea, «ned-», con el sentido de «atar, ligar», y que se articularía con el término latino «nodus» con el significado de nudo, vínculo, y también con el término «necto» que en latín significa ligar, atar, anudar.
El significado que nos aporta el DRAE incluye diversas acepciones: 1. f. Aparejo hecho con hilos, cuerdas o alambres trabados en forma de mallas, y convenientemente dispuesto para pescar, cazar, cercar, sujetar, etc. 2. f. Labor o tejido de mallas. 3. f. redecilla (prenda de malla para el pelo). 4. f. Lugar donde se vende pan u otras cosas que se dan por entre verjas. 5. f. Ardid o engaño de que alguien se vale para atraer a otra persona. 6. f. Confluencia de calles en un mismo punto. 7. f. Conjunto de elementos organizados para determinado fin. 8. f. cadena (conjunto de establecimientos o construcciones pertenecientes a una sola empresa). 9. f. Conjunto de personas relacionadas para una determinada actividad, por lo general de carácter secreto, ilegal o delictivo. 10. f. Conjunto de ordenadores o de equipos informáticos conectados entre sí que pueden intercambiar información. 11. f. desus. Verja o reja.
La idea de red fue utilizada en varias ocasiones por Foulkes, si bien no es un concepto suficientemente definido o concretado. Es posible que en ello jueguen dos componentes, el de la dualidad, señalada por F. Dalal (2000), entre los conceptos ortodoxos y los más radicales, y el hecho de ser una teoría en coconstrucción permanente. Esa falta de concreción en este y otros temas (Nitsun, 1996) es valorada por él desde el momento en el que subraya la importancia que tiene la construcción conjunta o compartida. Por ejemplo, en la editorial del primer número de la revista Group Analysis, define la propia publicación como «una extensa carta circular, un grupo de estudio internacional» (1967:1), refiriéndose a la participación compartida en el proyecto editorial de una gran variedad personas interesadas en lo grupal y que a través de este foro coparticipan en la articulación de un esfuerzo por conceptualizar. Esto, que tiene un gran valor en tanto que recoge diversas sensibilidades y experiencias, no deja de presentar una dificultad, ya que al incluirse en ese grupo personas con procedencias y formaciones muy variadas, la concreción y precisión conceptual quedan muy reducidas. Ello obliga a que Foulkes señale, en las anotaciones o acotaciones conceptuales que realiza a los trabajos u opiniones que le han enviado en relación con desarrollo del grupoanálisis, lo siguiente: «Los conceptos grupoanalíticos están interrelacionados, y si alguien cambia uno de ellos de forma substancial, se deben cambiar todos ellos. He cambiado con frecuencia mi forma de pensar antes de llegar a estos conceptos. Ello afecta, por ejemplo, a conceptos como matriz, red, comunicación, relaciones, el interjuego figura-fondo en la constitución de un grupo, etc.» (1967:33).
«La red y la matriz se utilizaron originalmente de forma intercambiable, pero ahora están mucho más definidas y diferenciadas. La red es más objetiva, existiendo objetivamente entre todas las personas; la matriz es más dinámica. [La matriz aludiría a] lo cambiante, la carga fluctuante en una red existente. Hay, sin embargo, algo cercano en ser experimentado y al tiempo fenomenológico. Debemos hablar desde la matriz más que de ella» (1967:33). En este reconocimiento percibimos una valoración de la relativización conceptual, lo que no siempre conduce a delimitar bien este y otros muchos conceptos. Ahora bien, Foulkes concreta que la red es algo objetivo u objetivable.
En la revisión conceptual del término en los textos que se han publicado en Group Analysis desde su inicio, no se ha sabido encontrar ningún artículo que en su título o en sus palabras clave haga mención explícita al término red. Es más, el término red desaparece en los índices temáticos a partir del año 1974. Este hecho no deja de ser desconcertante, ya que, siendo como parece un elemento si no central sí importante en la conceptualización grupoanalítica, el hecho de que no se haya profundizado en él nos lleva a un terreno pantanoso: a la consabida afirmación de la falta o escasez de desarrollos conceptuales propios en este terreno se le añaden los elementos antigrupales que también intervienen en la relativización o incluso en la propia negación de la necesidad de conceptualizar (Nitsun, 1996).
Desde una perspectiva en la que se prima la consideración abierta del ser humano (Elias, 1987) podemos encajar cómodamente lo que dice (Foulkes, 1957) al señalar que las alteraciones que presenta una persona son, en realidad, la expresión de una alteración en el equilibrio de fuerzas que aparecen en el campo de interacciones en el que se encuentra. Dice: «El paciente que acude es más o menos consciente de todo esto y, siendo un participante sincero y comprometido que juega su parte en esta red de fuerzas, busca ser ayudado sin ser obligado a cooperar en ningún cambio básico concreto»1 (1957:79). Ahí utiliza la idea de red de fuerzas en lo que sería un pensamiento cercano a Lewin, de forma parecida a cuando señala que «el mismo tratamiento e investigación de las psiconeurosis y otras alteraciones mentales deben tener en consideración la red completa de los procesos psicopatológicos. Tal red puede incluir a los miembros de la familia, los amigos, personas queridas y otros. El concepto de red, el énfasis en la naturaleza multipersonal de los problemas humanos ha evolucionado lentamente desde su principal importancia en numerosas observaciones clínicas y análisis psicoterapéuticos grupales» (1984:133).
El carácter intercambiable del concepto es evidente, lo que dificulta una definición precisa, concreta, desde sus aportaciones. Por ejemplo, Foulkes, en ese texto mencionado anteriormente de 1957, indica que «en el centro de nuestro pensamiento está el concepto de la trama de grupo o matriz grupal, sobre la cual hemos tratado ligeramente con anterioridad. El grupo es una matriz de relaciones interpersonales, y los acontecimientos que tienen lugar en él son fenómenos interpersonales. Estas relaciones y estos acontecimientos existen literalmente entre dos o más personas; no ocurren en una persona o en otra, sino que solamente llegan a tener existencia a través de la interacción de dos o más personas» (:227). Esto es, destaca el carácter objetivable que subrayábamos anteriormente. Y, abordando el tema de la enfermedad, dice que «en el pasado la atención se ha centralizado en la enfermedad como una función de la personalidad del individuo, pero toda enfermedad (física y mental) y toda perturbación involucra a las relaciones sociales» (ibídem), y en esta afirmación /queremos/podemos/ ver una conceptualización del ser humano abierta. La misma idea aparece en otro lugar: «En la base de la psicoterapia de grupo yace la convicción de que las neurosis y otras alteraciones mentales son, en realidad, fenómenos multipersonales. Esta red multipersonal de comunicaciones y distorsiones son, de hecho, el objeto de tratamiento» (1964:66).
Volviendo de nuevo al concepto de red, aclara: «La matriz social puede imaginarse como una red, enteramente en el mismo sentido que el cerebro es una red de fibras y células que juntas forman una unidad completa. En esta red grupal tienen lugar todos los procesos y pueden ser definidos dentro de ella en consideración a su significado, su extensión en el tiempo y en el espacio, y su intensidad» (1957:228). Este sería el carácter objetivable que trata de concretar también en otro lugar. En efecto, en un texto de 1964 señala: «… hablamos de matriz, de una red comunicativa. Esta red no es meramente interpersonal sino que puede ser apropiadamente descrita como un elemento transpersonal y suprapersonal. Como neuronas en una red del sistema nervioso en la que los individuos de tal red son meramente puntos nodales dentro de una entidad estructural» (1964:70).
En otro texto (Foulkes, 1981) vuelve a aparecer el concepto de red cuando indica que va a abordar «los problemas tal como surgen en la vida real, en una red interconectada y existente» (:61), aludiendo a los grupos familiares y subrayando que las personas que la constituyen «tienen contactos muy cercanos e íntimos, de modo que su red interaccional concierne al área central de sus vidas» (ibídem), aunque insiste en que en ese concepto de «red incluye a personas que no son miembros de la familia en el sentido común del término» (ibídem). Indica que, en su momento, intercambiaba el concepto de red por el de nexus y propone que para aludir a la red dinámica íntima a la que se refiere se utilice el término complexus o plexus. Y un poco más adelante define el concepto de red «que se utilizó para expresar el hecho de que nuestro paciente individual es, en esencia, un mero síntoma de una perturbación del equilibrio en una red íntima de la que forma parte» (:62), recordándonos que ese término lo toma prestado de Goldstein, y que de esta manera ha llamado «red al sistema total de personas que pueden ser clasificadas conjuntamente en sus reacciones, y [que] los individuos que la componen corresponden a los puntos nodales» (:63).
Otra mención la encontramos en la respuesta que Foulkes da a la carta escrita por Alan Sheldon, del Laboratorio de la comunidad psiquiátrica de la Escuela de Medicina de Harvard (Boston), (1968). En esta respuesta indica que «por red […] hacemos referencia a una conglomeración psicológica interactiva de personas cercanamente relacionadas. Es el grupo operativo del que los pacientes forman parte y que con frecuencia se sobrepone a la familia o la familia ampliada y, por la vía de la transferencia, con el grupo familiar original. Este campo de investigación conocido mayormente como terapia familiar (ver el trabajo de Ackerman, Ehrenwald, Grotjahn and Knobloch) forma, con todo, una parte integral del grupoanálisis (la psicoterapia grupoanalítica)» (1968:75).
En un interesante trabajo de Leal (1968) en el que habla de las alteraciones que se perciben en los pacientes que no pueden ser abordadas mediante medios biológicos o educativos, refiere que «los grupoanalistas (y algunos psicoterapeutas) señalan que esta primitiva relación siempre es vivida y constatada en una red de otros […]. Los grupoanalistas señalan que la vida humana es un ciclo que parte desde la infancia hasta la vejez. En este ciclo la experiencia individual se localiza en una compleja red de relaciones, que podemos aislar calificándola como “red interpersonal interna“ o “matriz grupal personal“ o “matriz relacional individual“» (:101). Y, posteriormente, concluye el artículo puntualizando, entre otras cosas, que «en grupoanálisis, la regresión individual de cada participante viene producida pero no localizada en el seno del aquí y ahora de la red grupal o matriz (intra y interpersonal). Esta regresión de los miembros no es entendida solo en referencia a la fijación en un nivel de desarrollo de la libido (que en el grupo tiende a ser múltiple); es más bien vista como una resonancia característicamente localizada con referencia a la red grupal que emerge en el patrón analítico del grupo» (:107).
Nitsun (1996) nos indica que «en conexión con el concepto de matriz tenemos la visión de red de Foulkes. No fue tanto una contribución original cuanto la síntesis de la larga tradición del pensamiento europeo y americano en el que se pone énfasis en el lugar crucial del individuo en la esfera psicosocial y las profundas influencias que penetran desde lo cultural la sociedad, la familia y el individuo» (1996:22). Ahora bien, para este autor una de las dificultades para profundizar en determinados conceptos proviene del excesivo empeño en subrayar la comprensión de lo global, ya que en ello acaban perdiéndose los componentes que lo constituyen, por lo que habría que descomponer esa globalidad para rearmarla posteriormente. Ese punto lo articula con la particular crítica que Foulkes realizaba a la propuesta psicoanalítica de la teoría de las relaciones objetales y que afecta directamente a la comprensión de la matriz y de la red de comunicaciones.
Si la idea de red hace referencia al tejido de varias mallas formadas por hilos que se anudan entre sí, podríamos pensar que Foulkes alude a los lazos que se establecen entre los miembros de un grupo. Es decir, que los hilos de comunicaciones o informaciones que se transmiten entre los miembros de un grupo, y esos mismos miembros (los puntos nodales), constituyen la red. En este sentido, por ejemplo, Cortesao (2008) considera pertinente el concepto de red neuronal de Goldstein y añade «me parece más adecuado concebir la red (network) como canales de comunicación más elementales, incluso mutables […]. Es como si pudiéramos establecer una analogía con una red de vasos sanguíneos diferenciándose sin embargo del contenido sanguíneo, de la distribución de la sangre, de los intercambios de oxígeno y de los procesos metabólicos» (2008:103). Esa idea de red posiblemente sea algo más intangible, si bien para ello debemos progresar en la comprensión de la misma a partir de los desarrollos culturales de los últimos treinta años y en concreto lo que representan los nuevos sistemas de comunicación y las redes sociales. En este sentido, Foulkes subraya que «es difícil de aceptar la idea de una red psíquica en la que las fronteras y los límites de los egos individuales están constantemente fluctuando, ahora suspendidos, ahora reestablecidos. En este nivel el grupo es intrapsíquico; las configuraciones son dramatizaciones de procesos internos inconscientes; los otros son personificaciones de aspectos parciales escindidos del propio Yo. En un plano más del día a día, el mismo grupo está formado obviamente por individuos concretos que actúan sobre los demás o que reviven una vieja constelación familiar con otro tipo de transferencia» (1984:181). Esto hace pensar en que la realidad interna y la externa se confunden en una misma y que lo que podríamos considerar como membrana psíquica que diferenciaría a un sujeto del otro es altamente porosa y, en ocasiones, inexistente. Pero, al mismo tiempo, hablamos de sujetos, de individuos interconectados mediante procesos comunicativos que no dejan de informar permanentemente de las diversas vicisitudes que se dan en el ámbito del individuo.
Si acudimos a la influencia de Elias sabemos que una de las premisas desde las que trabajó fue la de la interdependencia, palabra que es utilizada una infinidad de veces en su obra magna. Elias pone el acento en el hecho de que «en el curso del proceso civilizatorio se cambian las estructuras de los individuos en un sentido concreto. Esto es lo que quiere decir en realidad el concepto de “civilización“ en el sentido fáctico en que es utilizado en este trabajo. La idea, hoy tan difundida, del individuo como un ser absolutamente independiente y extraño a todos los otros en último término, es muy difícil de conciliar con los hechos que emergen en nuestras investigaciones» (1987:56). Y añade, posteriormente, la idea «de unos seres humanos aislados que deciden, actúan y “existen“ en absoluta independencia mutua es una creación artificial de los seres humanos que resulta característica de una cierta etapa en el desarrollo de su autoexperiencia. Esta creación descansa, en parte, en una confusión entre el ideal y la realidad y, en parte también, en una cosificación de los aparatos individuales de auto-control y en la exclusión de los impulsos afectivos individuales del aparato motor, de la dirección inmediata de los movimientos corporales, de las acciones» (ibídem: 58). Frente a esta idea, propone otra: «En lugar de la imagen del ser humano como una “personalidad cerrada“ —y, a pesar de su significado ligeramente cambiante, la expresión es ilustrativa— aparece la imagen del ser humano como una “personalidad abierta“ que, en sus relaciones con los otros seres humanos, posee un grado superior o inferior de autonomía relativa, pero que nunca tiene una autonomía total y absoluta y que, de hecho, desde el principio hasta el final de su vida, se remite y se orienta a otros seres humanos y depende de ellos. El entramado de la remisión mutua entre los seres humanos, sus interdependencias, son las que vinculan a unos con otros, son el núcleo de lo que aquí llamamos composición, composición de unos seres humanos orientados recíprocamente y mutuamente dependientes. Como quiera que los seres humanos tienen un mayor o menor grado de dependencia recíproca, primero por naturaleza y luego por el aprendizaje social, por la educación y por la socialización a través de necesidades de origen social, estos seres humanos únicamente se manifiestan como pluralidades; si se permite la expresión, como composiciones. Tal es la razón por la que no es fructífero, como se dijo antes, interpretar que el contenido de una imagen del hombre es una imagen de un hombre aislado. Resulta más adecuado interpretar que la imagen del ser humano es la imagen de muchos seres humanos interdependientes, que constituyen conjuntamente composiciones, esto es, grupos o sociedades de tipo diverso. Desde este punto de vista desaparece la dualidad de las imágenes tradicionales del ser humano, la separación entre imágenes de seres humanos aislados, de individuos, que a menudo dan a entender que pudieran existir individuos sin sociedades, y las imágenes de sociedades que a menudo dan a entender que pudieran existir sociedades sin individuos. Precisamente hemos introducido el concepto de composición porque expresa de modo más claro e inequívoco que los instrumentos conceptuales existentes de la sociología, el hecho de que aquello a lo que llamamos “sociedad“ no es una abstracción de las peculiaridades de unos individuos sin sociedad, ni un “sistema“ o una “totalidad“ más allá de los individuos, sino que es, más bien, el mismo entramado de interdependencias constituido por los individuos. Ciertamente, resulta muy razonable hablar de un sistema social constituido por individuos, pero el significado que la sociología contemporánea da al concepto del sistema social hace que esta forma de expresarse resulte inadecuada. Además de esto, el concepto de sistema está demasiado vinculado a la idea de la inmutabilidad» (:70). A partir de ahí, la interdependencia acaba siendo básica en toda su obra, subrayando las interdependencias que se dan entre individuos, grupos, subgrupos, estructuras sociales y sociedades.
Estas formas de concebir la noción de red no son contradictorias con la definición que propone Castells (2008). En efecto, este sociólogo define red como «un conjunto de nodos interconectados» (:45), siendo estos nodos los puntos en los que se concentra la información. Posteriormente nos indica que «en la vida social las redes son estructuras comunicativas» (:45), y recogiendo una cita de Monge (2003:39) señala que las redes de comunicación son «las pautas de contacto creadas por el flujo de mensajes entre distintos comunicadores en el tiempo y en el espacio». Y subraya que «las redes procesan flujos. Los flujos son corrientes de información entre nodos que circulan por los canales que conectan los nodos» (:45), y aclara: «las redes no son una forma específica de las sociedades del siglo XXI ni de la organización humana (Buchanan, 2002). Las redes constituyen la estructura fundamental de la vida, de toda clase de vida» (:46), para acabar recogiendo una frase de Fritjol Capra que indica que «la red es una estructura común a cualquier vida; dondequiera que veamos vida, vemos redes» (:46-7). Castells entiende por red la conexión existente entre personas que establecen entre sí, a modo de mallas, relaciones diversas, visualizándose así lo que se denomina red social. El ejemplo más visible son las redes sociales de comunicación que no hacen sino conectar personas entre sí. Ahora bien, ¿cómo podemos entender eso desde la psicología y en particular desde la visión psicoanalítica y grupoanalítica?
La visión desde la que tratamos de definir los conceptos grupoanalíticos pone su énfasis en la idea de comunicación, por lo que la relación que se da entre dos o más puntos nodales se basa en la comunicación que establecen entre sí. Esta comunicación no puede ser entendida solo como la verbal y consciente, sino que debemos ampliarla a todos los registros a través de los que un sujeto está en comunicación con otro y con los demás. Esto significa que toda expresión de un individuo contiene un mensaje, un elemento mediante el que comunica algo a otro individuo que lo perciba. Esto abarca los mensajes verbales y no verbales, las conductas y toda expresión de características somáticas a través de las que el organismo individual comunica algo que le ocurre a los demás. Esto es lo que nos permite considerar como expresión de algo que una persona llegue tarde a una cita grupal o que presente un cuadro sintomático de cualquier índole. Ahora bien, siendo esa comunicación consciente e inconsciente, deberemos pensar si tras ella existe o no una intencionalidad más allá de la comunicativa.
Partiendo de la idea de las interdependencias que se establecen entre las personas todas y considerando que tales interdependencias contienen en sí mismas un componente de poder, consideraremos si mediante la emisión de mensajes (consciente o inconscientemente emitidos) en realidad lo que estamos haciendo es ejercer una presión, una fuerza tendente a modificar algo de la conducta del otro o de sus características.
En nuestras relaciones sociales, en nuestras relaciones e interacciones con los demás, siempre abrigamos una cierta idea tendente a modificar la conducta, el pensamiento o las emociones del otro. Estas modificaciones pueden variar desde un sostener, apoyar, animar la conducta y manifestaciones del otro hasta el intentar modificarlas por alguna u otra razón. Y si bien en el terreno psicoterapéutico partimos de la idea de que tales modificaciones van ―a partir del estado en el que se encuentre el paciente― en la dirección de propiciar un mejor bienestar en el otro o en el grupo en el que se encuentra esa persona, y que dichas modificaciones no se realizan por un interés personal del profesional (o del equipo en el que trabaja), no podríamos decir lo mismo en el terreno educativo, y mucho menos en el social, el económico o el político. Es decir, partimos de la idea de que en toda relación aparece una noción implícita de modificación del otro (modificación o cambio terapéutico, diremos en nuestro terreno). La cuestión es cómo lo realizamos y a través de qué.
Señala Damasio que «la comunicación se produce activando las mentes para compartir significados. La mente es un proceso de creación y manipulación de imágenes mentales (visuales o no) en el cerebro. Las ideas pueden verse como configuraciones de imágenes mentales. Con toda probabilidad las imágenes mentales se corresponden con patrones neuronales. Los patrones neuronales son configuraciones de la actividad en las redes neuronales. Las redes neuronales conectan neuronas, que son células nerviosas. Los patrones neuronales y sus correspondientes imágenes ayudan al cerebro a regular su interacción con el cuerpo propiamente dicho y con su entorno. Los patrones neuronales se forman por la evolución de la especie, de lo contenido cerebral al nacer y las experiencias del sujeto. En este sentido, la mente es un proceso, no un programa. Es un proceso material que se produce en el cerebro al interactuar con el cuerpo propiamente dicho. Dependiendo del nivel de alerta, atención (191) pro conexión con el YO, las imágenes mentales que constituyen solamente pueden ser o no conscientes. Ser consciente de algo significa: a) tener un cierto grado de lucidez, b) centrar la atención y c) conectar el objeto de atención con un protagonista central, el Yo. (192). Somos redes conectadas a un mundo de redes» (193).
Estas palabras de Damasio nos llevan a pensar que es a través de las líneas de comunicación que se establecen entre las personas y a través de las que conocemos, que sabemos o recogemos el mensaje que de forma consciente o inconsciente emite el otro; la vía a través de las que ese otro influye en nosotros tratando de modificar algo de nuestro comportamiento respecto a él y con la que, consecuentemente, buscamos modificar algo de su mente. De la misma forma que nosotros tratamos de modificar, mediante las comunicaciones que se transmiten precisamente por las redes que nos interconectan, sus conductas, sus pensamientos, sus formas de proceder, sentir o actuar.
La red entendida como el entramado o urdimbre de líneas a través de las que captamos y emitimos todo tipo de información o como resultado del flujo constante de informaciones que se transmiten entre individuos; esa red es la que establece y mantiene nuestras interdependencias con el resto de las personas del grupo familiar y social al que pertenecemos. Y es a través de esa red por la que se emiten los mensajes tendentes a modificar o sostener conductas, pensamientos, actitudes, afectos y emociones de las personas que nos rodean con el fin de modificar o sostener, también, el statu quo que cada individuo y cada grupo tiene respecto a los demás.

Bibliografía

Maquetación 1

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SHELDON, A. (1968). Letter to Group analysis. Group Analysis. 1(2):74-6

 

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