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jueves, junio 1, 2023
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Patología y normología 

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De cómo se pone más acento en lo patológico que en lo normológico.
Sunyer, J.M. · 08/01/2010
Fuente: Cuadernos de Bitácora
Estamos a 6 de octubre y nos hemos inventado una paciente. Le pasaban muchas cosas; pero lo más importante es considerar cómo tenemos tendencia a observar sólo la parte patogénica. Eso no nos posibilita ver lo normogénico y considerar que esta persona es el resultado de una constelación de cosas algunas de ellas que le hacen sufrir.

La humanización del trato con el paciente.

Como pudimos constatar, María era una constelación de elementos. Ese paciente que nos inventamos entre todos gracias a la colaboración de uno de vosotros, acudía con un motivo (me ha dejado el novio) y acabamos contemplando una compleja variedad de elementos que venían tras ese motivo. Su motivo de consulta quedó oculto por la cantidad de elementos que fueron definiendo esta constelación que tiene por nombre María. Pero ¿qué es una constelación? Según la Real Academia Española, Conjunto de estrellas que, mediante trazos imaginarios sobre la aparente superficie celeste, forman un dibujo que evoca determinada figura, como la de un animal, un personaje mitológico, etc.; Conjunto, reunión armoniosa. Entonces, ¿de qué estrellas y de qué trazos imaginarios estaremos hablando? La idea de constelación es sugerente porque nos indica que realizamos un dibujo de la persona a partir de los hechos que han ido constituyendo su vida. En realidad prefiero verlo como la segunda acepción del diccionario la del conjunto, reunión armoniosa, ya que a mi entender, estamos hablando de hechos, sucesos, situaciones que han dejado una huella en María. El grado o no de armonía podría ser el equivalente al grado de satisfacción o no, al grado de felicidad o de sufrimiento que María puede presentar. Desde este ángulo podríamos definir por patología el grado de desarmonía que presenta una persona a partir de sus experiencias vitales.

Cuando los profesionales hablamos entre nosotros buscamos formas de simplificación en estas mismas conversaciones de forma que faciliten, agilicen y en cierto modo estandaricen los mensajes que transmitimos. Una forma de hacerlo es definiendo las diversas constelaciones de elementos que parecen ser significativos, de manera que podamos trazar un dibujo que evoque (recordad la definición de constelación) un cuadro determinado cuadro psicopatológico. Como sabéis existen al menos dos clasificaciones en boga, el DSM IV i el CIE. Pero ¿cuál es el pequeño problema que tenemos con ello? Que al adjudicarles un determinado nombre, acabamos olvidándonos de que ese nombre sólo es una forma de definir los trazos que hemos considerado significativos dándoles una categoría real cuando sólo son una referencia. Esto tiene funestas consecuencias ya que despersonalizamos lo que le pasa a María. María pues, deja de ser ella y pasa a tener otra identidad: la nosológica. Por ejemplo, si María fuese una persona que llegase a vuestra consulta diciendo: “soy un trastorno de la personalidad”, a partir de ese momento, ¿qué lugar ocuparía María en vuestra mente? Este es un serio problema con el que nos encontramos.

¿Cómo hacer para que la María que antes de entrar en vuestra consulta siga siendo María al salir y no un “trastorno depresivo reactivo a la pérdida amorosa”? Y eso no es fácil porque a nosotros nos suele ser más fácil pensar en que ese “trastorno bla, bla, bla” requiere un “tratamiento” que considerar que María precisa de nuestra ayuda. En el primer caso establecemos una distancia, un foso protector como el que tienen los castillos, de forma que no nos afecta lo que a María le pasa. En el segundo caso, no hay ni foso ni castillo. ¿Por qué necesitaríamos construir castillos, o construirnos como castillos? Como bien sabéis los castillos son estas edificaciones que desde tiempos inmemoriales se construían para seguridad de los habitantes del mismo ante los ataques de los enemigos. ¿Cuál es el equivalente? Os dejo esta pregunta en el aire para que la contestéis.

Dije y me mantengo en ello, que la cronología no existe en el mundo mental. La cronología es un recurso de la realidad, de la vida cotidiana, pero no de la vida psíquica. En ella, presente, pasado y futuro forman una unidad en la que cualquier cosa se hace presente y actúa presionando mis asociaciones, mis vínculos, mis afectos con independencia del tiempo real que ha transcurrido. De forma que esa “muerte de la abuela” de María, acaecido años atrás puede hacerse presente en un momento dado y activar afectos, sentimientos y recuerdos en el momento actual que tiñan de determinado color las vivencias que tengo respecto a otras cosas. Evidentemente del grado de integración de estos hechos, del grado de incorporación en nuestra vida de la muerte de la abuela, por ejemplo, dependerá el cómo ese hecho me afecta en el día a día. Si el dolor que supuso aquel hecho no ha podido ser integrado hay muchos números para que ante un hecho de mi vida actual (la pérdida del novio) active en mí vivencias similares o las mismas que tuve en aquel momento. El grado de afectación indicará el nivel de integración o de no integración de este y otros hechos. Pero no porque esos sucesos tengan realmente importancia sino porque para mí sí la tienen. Eso hace que mientras que para un hermano un hecho tiene una significación totalmente diferente que el mismo hecho para otro hermano. Dicho de otra forma, los sucesos que la vida nos ofrece vivir en sí mismos son neutros: no tienen per se un valor determinado. Ese valor proviene de las significaciones que damos a los hechos que vivimos. Y eso dentro del contexto en el que fueron vividos. ¿Por qué un hecho es vivido de formas diferentes? Os dejo esta pregunta en el aire.

Como bien subrayó una compañera de clase, todos estos hechos son vínculos con personas. En efecto, todos los hechos de nuestra vida, todos, corresponden a vínculos que hemos establecido con personas. Eso nos lleva a pensar que los dolores y satisfacciones que esos hechos nos proporcionan se corresponden a los dolores y satisfacciones asociados a las personas involucradas en estos hechos. Lo que nos lleva a decir que esa constelación en realidad es la expresión de los lazos que determinan los vínculos establecidos con personas (reales o fantaseadas). Dicho de otra manera: los cuadros psiconormológicos y psicopatológicos se corresponden en realidad a constelaciones de sufrimientos vinculados con personas, reales o fantaseadas, que han ido constituyéndonos a lo largo de nuestra vida. Somos la consecuencia de los lazos que hemos establecido y de los que seguimos estableciendo con las personas que nos rodean. En nuestra profesión establecemos lazos psiconormológicos que tratan de contrarrestar los psicopatológicos con los que el paciente se ha ido constituyendo. Estos lazos psiconormológicos derivarán de nuestra capacidad en establecer y activar unas relaciones que activen los aspectos normológicos del paciente, potenciándose los recursos del yo mediante los que el paciente recupera lo que, según uno de vosotros sería el equilibrio psíquico.

Hasta mañana

Dr. Sunyer

El planteamiento es muy sencillo. La clase es un espacio en el que estamos muchas personas, como 50 o más.Uno puede considerarla desde diversas posiciones, pero personalmente prefiero pensar que estoy con un grupo. No ante un grupo sino en él. Este conjunto de personas que lo constituimos establecemos inevitablemente una serie de interdependencias, vinculantes muchas de ellas, que determinan no sólo la atmósfera grupal sino la manera de relacionarnos y los sentimientos que se derivan de todo ello. Cierto es que dado que trabajamos unos textos determinados, hay muchos elementos que se activan a través de la lectura de los mismos. Y la experiencia me indica que esos mismos elementos se activan también en las relaciones que establecemos en el grupo. Estos escritos son las reflexiones que desde mi puesto de conductor de ese grupo van aflorando en mi mente y que sirven, eso espero, de reflexión y de trabajo complementarios a la asignatura.

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