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miércoles, mayo 31, 2023
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Identificación introyectiva con el objeto. (Introjective identification with the object) 

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Mi cuaderno de Bitácora curso 2000
Sunyer, J.M. · 20/03/2010
Fuente: Cuadernos de Bitácora
Los problemas que ocasionan las relaciones con cualquier objeto se traducen en una contaminación que nos afecta. En realidad es el resultado de un conjunto de elementos proyectados sobre él, de identificaciones proyectivas y identificaciones introyectivas.

Identificación introyectiva con el objeto.

¿Qué tal les pareció la experiencia del otro día en clase? Daba la impresión de que era difícil establecer un diálogo, a diferencia de lo que había ocurrido en días pasados. ¿No? Ahora mismo creo que sólo intervinieron unas 6 ó 7 personas. En cualquier caso, no muchas más. ¿Qué hipótesis tienen, como psicólogos, de este hecho? Y cuando me refiero a hipótesis quiero decir algo que se sustente desde algún punto de la psicología. Es decir, no vale apuntar a que faltaría una organización mayor, o que el profesor debiera ser más directivo… Pensemos como psicólogos. Ante mí había una gran cantidad de personas que todas, estoy convencido, disponían de conocimientos, ideas y opiniones que compartir. A ver… ¿por qué una persona puede estar callada, o hablar poco, si tenemos tanto que comunicarnos los humanos? Les propongo que tomemos como hipótesis lo que en algún artículo se habló sobre la “contaminación del objeto de estudio”.

Cuando hablamos de la contaminación del objeto de estudio nos estamos refiriendo a un proceso mediante el que hago mías ciertas características de ese objeto, identificándome con algunas de ellas y posteriormente reviviendo en mí estas mismas características. Cuando esto sucede significa que algo hay en ese objeto que ejerce un determinado poder sobre mi propio yo, ya que éste tras la identificación que realiza con algunos aspectos del objeto o incluso todo él, vivencia como ya propias esos mismos aspectos comportándose de la forma que el objeto dicta sobre nosotros. Se da siempre, en toda relación prolongada con pacientes con cualquier patología, psiquiátrica o no. Pero también con otros tipos de cosas como pueden ser algunos textos que ejercen marcada impronta en nosotros.

Si aceptásemos esta hipótesis como cierta, ¿habría algo en el texto de Ivey que tocaba leer que nos provocara tal aparente paralización? Trasladada la situación al terreno de la práctica profesional, tanto clínica como industrial, ¿habría algo en el tema que todos teníamos en la cabeza que nos provocara esta aparente sequedad de ideas? Como si lo que plantea el texto nos dejara secos; secos del susto, claro. De hecho no es infrecuente que uno, a lo largo de las sesiones con los pacientes o con los grupos humanos con los que uno trabaja, le vengan días de “aparente” sequedad. Claro que ante ello podemos hacer dos cosas; o a mí se me ocurren dos cosas. Una, no darle importancia y pensar que ya aparecerán otras situaciones o sesiones más prolíficas; sería que hoy era mal día… o estábamos cansados… Esta forma lícita de pensar corresponde más, me parece, a la gente corriente, es decir a los que no tienen vicios adquiridos por la profesión de psicólogo. Por ejemplo, ayer, sin ir más lejos, una paciente al salir de la sala de espera me pregunta si apaga o no la luz y a continuación me comunica que a veces se deja la puerta de su casa abierta. Este hecho, más tarde, en la sesión, se lo recuerdo y lo relaciono con el hecho de cuidar y cuidarse (cuidarme a mí a través de apagar la luz y no cuidarse a ella, dejando la puerta de su casa abierta). Entonces me dice: ¡qué tontería! Uno se deja la puerta abierta porque sí. Y creo que todos podemos entender esta explicación. Lo que sucede es que en psicología nada es porque sí.

Siguiente posibilidad: dos, preguntarme sobre qué es lo que podría estar sucediendo. Evidentemente, en la mayoría de las situaciones opto por la segunda opción. ¿Uds.? Ante la segunda posibilidad se me ocurren, al menos, dos alternativas. Y fíjense que cada una corresponde a un pensamiento psicológico; y tomo dos para no alargarme excesivamente, aunque hay más. La primera es la de hacer una encuesta para que Uds. me digan qué es lo que sucedía. Podríamos entonces organizar una serie de cuestionarios de todo tipo para así, “averiguar”, en teoría con una cara de cientifismo importante, qué es lo que sucedía. Sería un estudio a caballo entre la psicología y la sociología. Si concluyese que los momentos de “sequedad de boca” se corresponden a supuestas “faltas de estimulo, o a falta de liderazgo del profesor, o a vaguedad de las preguntas que se realizan” por ejemplo, entonces nos podríamos dedicar a establecer protocolos para que todos y cada uno de los integrantes diese respuestas y se pronunciase sobre cada tema o materia, etc.

La otra alternativa es la de hacer caso a lo que les dije un día y que es una enseñanza de una de mis pacientes, tiempo atrás. “Quan Pau parla de Pere, parla més de Pau que de Pere”. Este dicho, que podría muy bien haber sido suscrito por el propio Freud, nos informa que siempre hay un aspecto proyectivo en aquello que hacemos, decimos o callamos. Siempre comunicamos algo. El problema es saber qué comunicamos. Y para averiguar algo sobre lo que sucedió, la única alternativa que tenemos aquellos que estamos convencidos de la existencia del inconsciente, es la de escuchar lo que se dijo. Y estar atentos a lo que sucedió: todo es significativo.

Primero nos pusimos muy separados, viéndome “obligado” a intervenir para acercar físicamente a los componentes del grupo, ¿recuerdan? Luego, se habló de lo “holístico”. También de la propuesta de Ivey y Cols, a partir de las cuatro fases de Piaget. Se preguntó sobre en qué fase se podría estar situando el grupo, no las personas. Se habló de la dinámica entre las cuatro fases de Piaget, o de su estanqueidad. De cómo el profesional debía tratar de transitar por ellas en compañía del paciente (o la institución). Se habló también del conjunto de elementos con los que nos relacionamos continuamente. Y finalmente, alguien preguntó cómo el profesional se mantenía a una cierta distancia del paciente o si debía o no hacerle partícipe de sus cosas…

Y ahora les pregunto. ¿En todo este material, cuyo resumen seguro que deja otros elementos, pueden haber indicios de algo que de razón de nuestra sequedad de boca? El estar en la situación en la que estamos no es cómoda. Los que tenemos alguna experiencia en estas lides, sabemos que primero hay que poder estar, luego, poder sentir, más tarde, poder pensar y luego, poder decir lo que se piensa. Son cuatro fases por las que todos pasamos de alguna forma. Y me pregunto, ¿por qué nos separamos tanto al principio? Quizás lo que sucede es que ante la cercanía que se pudo vivir en sesiones anteriores, se precisa un distanciamiento. Distanciamiento que, de haberlo aceptado, habría dificultado el que la gente se escuchase mejor y, consecuentemente, el alejamiento hubiese aumentado. Pero si esto es así, ¿por qué querríamos alejarnos? O ¿de qué?

El día pasado se hablaba de las dicotomías, de cómo organizar una forma de pensar por la que se tuviese en cuenta el pensamiento del otro. Y hoy mismo, alguien (no voy a decir nombre, por supuesto), recordó este hecho señalando que es preciso relativizar un poco lo que uno piensa para poder aceptar lo que el otro piensa; es decir, indicaba la necesidad de no aferrarnos a ideas fijas, sino que uno debe poder pensar sobre lo que piensa para poder compartir el pensamiento del otro. Y a continuación, creo, que otra compañera habló de los estadios de Piaget. Dos pensamientos que van unidos y, si creemos en las asociaciones mínimamente, algo los unirá. Posiblemente ello supone alcanzar un nivel dialéctico que supere (es lo que creí entender) la estanqueidad de las otras tres fases. Fases o estadios que están en permanente interacción dinámica (es la propuesta de Ivey).

Ahora, volvamos al grupo. Creo no equivocarme demasiado, si pienso que entre nosotros se dan los cuatro estadios; pero posiblemente la dificultad esté en su interacción. Es decir, que mientras que unos pueden estar situados en posiciones más sensomotoras (por seguir la nomeclatura de Ivey), otros se posicionarían en lo concreto, o en lo racional o en lo dialéctico. Y posiblemente el grupo estuviese oscilando entre lo concreto y lo racional; no tanto en lo dialéctico. Podríamos pensar que las personas que, siguiendo el pensamiento de Ivey, se sitúan en un estadio, les cuesta interaccionar con los otros. Este “interaccionar” no deja de ser un mostrarse ante los otros. Y posiblemente sea cierto. Porque alguien comentó el tema de “hasta dónde un profesional debe darse a conocer”. Y si aquí somos profesionales en continua interacción… saquen Uds. la consecuencia. Porque si aceptamos la hipótesis lanzada por una de las participantes quizás debamos comenzar a pensar que hay un cierto recelo a la integración “holística” que no estaría en contradicción con el fenómeno observado en la sesión anterior en relación al escuchar a los otros. Los recelos, que se podrían verbalizar a través de la frase – metáfora de nuestra compañera “hasta dónde un profesional debe darse a conocer…” hablarían de las dificultades que existen entre las “fases” de Piaget, en interactuar entre sí, ya que ello supone darse a conocer.

Y al hilo de mis asociaciones a lo largo de la clase, les recordé la anécdota de aquella pareja de pacientes que me indicaba que “los asuntos económicos no interesaban al psicólogo”, versión particular de la idea expresada por su compañera, pero esta vez en clave de pacientes. Dicho en términos psicoanalíticos: la censura tiene mil razones para hacerse presente. Fíjense que estamos estableciendo hipótesis de trabajo. Es nuestra tarea; y tras la hipótesis ir viendo hasta donde se confirma o rechaza. Lo mismo sucede con las personas y con los grupos que éstas forman. Existe recelo en comunicar y en comunicarnos. Recelo que supone articular lenguajes diversos, tanto los provenientes de personas diversas como los que derivan de estas fases que Ivey nos indicó como pauta de una nueva forma de intervención en Orientación Psicológica. Y, añado, creo que ahí está también el tema del idioma.

El idioma no tanto por la dificultad en entenderlo sino por la carga simbólica que se encierra tras él. Pero esto posiblemente irá apareciendo ya que, entre otras cosas, el próximo día tenemos textos en francés.

Para el próximo día tienen Uds., un último trabajo de Rogers que nos puede servir para repasar algunos elementos de la relación que propone, y un texto en Inglés. En éste, como en el de francés del día pasado, se introduce el tema de la dificultad del idioma, si bien se me insiste en que no deben haber especiales dificultades. El artículo de Ivey, otro más de una serie de textos que leeremos de estos autores, nos propone un planteamiento muy sugerente; y para ello utiliza un grabado (cuya reproducción no está muy clara) del prodigioso Escher. De la capacidad que desarrollen para poder ver la realidad desde ópticas diversas dependerá buena parte de sus éxitos profesionales. Ahora bien, esta capacidad de verlo desde ópticas diferentes, no lo confundan con el famoso “eclecticismo”, con el que no puedo estar de acuerdo: una cosa es que pueda tratar de ver el mundo, como este grupo en el que estamos todos los días, desde ópticas diversas; pero esto no significa que me pueda sentar en diferentes sillas al mismo tiempo. Todos tenemos una y sólo una forma de interpretar las cosas de la vida; forma que proviene de toda una trayectoria personal e intransferible. Esto no significa que no pueda realizar esfuerzos para comprender que existen otros puntos de vista; pero no puedo tener todos los puntos de vista. En cualquier caso, desde mi óptica, podré articular otras ópticas.

Otro elemento que nos aportan Ivey y col., 0es el tema de lo que denominan genograma. Es una interesantísima aportación que, confirma lo que desde el primer día les sugiero: somos miembros de numerosos grupos, entre los que se encuentra el familiar. Traten de esbozar su propio genograma. Amplíenlo. Hagan de él un cuadro de la red social en la que están inmersos. Y comparen. Verán cosas muy interesantes, sobre todo, si le introducen algún elemento cualitativo y cuantitativo a las relaciones. Un tercer aspecto atañe a lo que denominan intencionalidad cultural, tres habilidades que convienen desarrollar. Y finalmente, los fundamentos de una ética multicultural. Este último aspecto es muy sugerente. En dos direcciones, al menos: la de la comparación de los códigos éticos que podremos ver el próximo día, y, sobre todo, la sensibilidad que deberíamos desarrollar para poder detectar los elementos multiculturales con los que cada uno de Uds., está formado. Este aspecto es difícil. Pero muy sugerente.

Les deseo éxito en la lectura

Un Saludo,

Dr. Sunyer.

Curso 2000-01

Artícles a llegir:

1. *Rogers, C.R. (1961): Algunas hipótesis acerca de la posibilidad de facilitar el desarrollo personal. En C.R. Rogers (1961): El proceso de convertirse en persona. Paidos.

2. *Ivey, A; Bradford, M; Simek-Downing, L; (1997): Culturally Intentional Counselor or therapist: Introduction and overview. A Ivey, A; Bradford, M; Simek-Downing, L; (1997): Counseling and Pscychotherapy. Allyn and Bacon.

Recomanat: *Rogers, C.R. (1961): Características de una relación de ayuda. En C.R. Rogers (1961): El proceso de convertirse en persona. Paidos.

El planteamiento es muy sencillo. La clase es un espacio en el que estamos muchas personas, como 50 o más.Uno puede considerarla desde diversas posiciones, pero personalmente prefiero pensar que estoy con un grupo. No ante un grupo sino en él. Este conjunto de personas que lo constituimos establecemos inevitablemente una serie de interdependencias, vinculantes muchas de ellas, que determinan no sólo la atmósfera grupal sino la manera de relacionarnos y los sentimientos que se derivan de todo ello. Cierto es que dado que trabajamos unos textos determinados, hay muchos elementos que se activan a través de la lectura de los mismos. Y la experiencia me indica que esos mismos elementos se activan también en las relaciones que establecemos en el grupo. Estos escritos son las reflexiones que desde mi puesto de conductor de ese grupo van aflorando en mi mente y que sirven, eso espero, de reflexión y de trabajo complementarios a la asignatura.

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