S. C. C. es un paciente de unos 52 años que acude a la consulta con muchas prisas. Deja un mensaje en el contestador, solicitando que el profesional se ponga en contacto lo antes posible. Una vez puestos en contacto con uno de los teléfonos que deja, el contestador anuncia algo peculiar: está en cuatro idiomas: castellano, francés, Inglés y Alemán, ante lo cual, el profesional opta por llamar al otro teléfono, un teléfono móvil. Se pone al aparato nuestro personaje y señala que, justamente, esa tarde tiene que pasar por la zona en la que se ubica la consulta, por lo que le vendría muy bien si tuviese un hueco esa tarde, visitarle. Viene remitido por un profesional.
Acude, pues, esa misma tarde y, como medida preventiva, el profesional le hace esperar en la sala de espera. Cuando acude a buscarle observa que está de espaldas a la puerta, de pié, leyendo una revista. Parece tener mucha prisa ya que ni se sentó. Tenía el aspecto de una persona corpulenta, y más con el abrigo que llevaba a pesar de que la temperatura no era mala. Era alto y sus ademanes recordaron los de un cercano amigo de este profesional; lo cual le indujeron una cierta confusión.
Ya en el despacho, nuestro hombre pide permiso para sacarse el abrigo, porque hace mucho calor y yo sudo mucho. Y, tras agradecer la rapidez de la cita, señala que le remite el Dr. X X X, psiquiatra, y que “no cree en absoluto ni en la psicología ni en los psicólogos”. Pero dada la confianza que dicho doctor le profesa ( a quien conoce por razones profesionales, no clínicas), ha decidido ir a la consulta del psicólogo. Y se confiesa dispuesto a “vaciar totalmente mis problemas, a abrirme como nunca lo he hecho, Dr., ya que como Ud., puede ver, me encuentro en una situación terrible. A modo de ejemplo le diré que en los últimos 18 meses se me han muerto unce personas a mi alrededor”. A partir de ahí comienza todo un relato en el que aparecen dos características fundamentales: de un lado el tinte maniforme de sus relatos, en los que los elementos de realidad se confunden con elementos que, por ser discretos, diríamos que se engloban en lo que pudieran ser “grandes experiencias místicas, telepáticas, y parapsicológicas”. De otro, en parte como consecuencia de lo anterior, pero sobre todo, por el énfasis que pone en el relato, un aspecto entre seductor, hipnótico y confusionante. Tras esta entrevista, se le enmarca un poco el trabajo, poniendo acento, básicamente en la necesidad de ir con una cierta calma para poder ir perfilando lo que le genera tanto dolor, al tiempo que se habla de la situación económica que “es apurada, pero puedo hacerme con ella. Solo le señalo que estoy montando una compañía aérea en contacto con varios operadores turísticos. Ahí le dejo mi tarjeta. Por cierto, en estos momentos estoy organizando un viaje a Egipto, que si Ud., quiere venir, muy gustosamente le atenderé”.
Antes de la siguiente entrevista, pero el mismo día, el profesional recibe un mensaje en el contestador, por el que anula la cita por motivos económicos. El profesional opta por ponerse en contacto para que, sea cuales sean las razones, éstas puedan ser habladas en la consulta. En cualquier caso, le da la opción de venir y hablar. Y así ocurre, puntualmente a la cita, S C C acude a la consulta y, antes de nada, aborda el tema económico. Ello posibilita un acuerdo con el que el paciente dice sentirse mejor, y a partir de ahí el profesional sigue con la exploración psicopatológica. En ella van apareciendo elementos que permiten pensar en un trastorno del pensamiento y de la percepción en alguien con niveles de ansiedad muy altos y, aunque dispone de una buena red social de referencia, la soledad es poco menos que total.
En la siguiente entrevista, el paciente se despide, agradeciendo la labor del profesional que no encuentra otra forma de mantener la relación que señalarle que siempre que quiera, le tiene a su disposición.
Hasta aquí el caso. ¿Qué hay en todo ello que guarde relación con el tema grupal, o con el de la matriz?. En principio parece que nada. Se trata de un caso en el que se perciben síntomas de trastorno del pensamiento, del estado de ánimo y posiblemente de la socialización. Junto a ello, el tema de la muerte que, como observamos con frecuencia, está en la mayoría de los casos clínicos. ¿Qué elementos de la matriz pudieran percibirse en esta situación?. Pocos, por las escasas tres visitas. Ahora bien, si por matriz consideramos este esquema referencial al que aludíamos en un principio que se desarrolla en la relación entre dos personas, quizás lo que propone es un esquema de referencia en el que el símil del viaje a Egipto adquiera visos de recelo, investigación, misterio y seducción. Y, más allá de los elementos Bíblicos (uno de los comentarios fue que en Valencia se encontró con un grupo de Cristianos que se reunían con un ángel…), aparece todo el tema del enigma, de los jeroglíficos y su significación. Cuando el profesional se encuentra ante un caso como este, el problema que tiene es cómo articular su esquema referencial propio con el que propone el paciente; y hasta qué punto uno tiene capacidad de “psicotizarse” con el paciente para poder introducirse en las galerías de esa pirámide.
De haber seguido el curso del tratamiento, posiblemente hubiésemos podido percibir hasta qué punto esa “psicotización” del profesional, la que posibilita la aparición de una matriz entre ambos dos, hubiese sido terapéuticamente operativa como para poder descifrar la cantidad de enigmas que planteaba: su relación con el grupo familiar, con los grupos laborales, con los amigos que han muerto, con el mundo de las mujeres… todo ese mundo que de alguna forma “vació” sobre la mesa del profesional. La constitución de esa matriz se hubiese parecido mucho a un viaje con una Agencia de Viajes. Es decir, una aventura en el que cada uno de los momentos hubiesen tenido una especial significación, por lo novedoso, lo intrigante, lo sugerente y también lo cansino y fatigante de toda situación no planeada. Pero con ese viaje, lamentablemente no realizado, X.X.X., postergó la posibilidad de tejer, fuera de sí, una matriz de relaciones que hubiese sido el reflejo, creo que bastante fiel, de la matriz interna de relaciones objetales, para poder, posteriormente, pensar sobre el uso que uno hace de estos objetos. Aspecto este, el del uso, que nos puede aportar información complementaria sobre las características psicopatológicas de las relaciones que nuestro personaje de altos vuelos, se plantea.
Dr. Sunyer