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miércoles, mayo 31, 2023
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33. ¿Qué hacer ante ello, ante la ansiedad? 

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La primera cosa es tranquilizarse y aceptar que no hay remedios caseros ni mágicos para todas estas cosas de la psicología. Es verdad que andamos tras rápidas respuestas a los problemas que tenemos, pero posiblemente esa ya sea una señal de la propia ansiedad.

 Evidentemente todos o casi todos los psicólogos recomendamos aprender a relajarnos. Cuando somos capaces de hacerlo, nuestra mente comienza a desarrollar una serie de mecanismos que compensan la ansiedad. Pero esa relajación, cuyo aprendizaje es relativamente fácil, no debiera quedarse ahí. Si vamos aprendiendo de nuestro cuerpo, de lo que siente y percibe, estamos aumentando nuestra capacidad de conciencia. Conciencia en el sentido de ser conscientes de nuestro cuerpo, de nuestra situación y devenir.

 Junto a ello es importante la ayuda del profesional. Por profesión y hasta por “defecto profesional”, prefiero que las personas aprendamos de nosotros mismos y de las relaciones con los demás. Por esta razón el inicio de procesos psicoterapéuticos es una buena, buenísima medida para atemperar esa ansiedad y hasta hacerla desaparecer totalmente. Pero no olvidemos que la ansiedad es una señal del propio cuerpo ante peligros vagamente reales o imaginados. Y que en la medida que seamos capaces de entablar esta “conversación” con nosotros mismos y con la ayuda del profesional, lo que incrementamos son las capacidades del Yo para hacerse cargo de todas estas tensiones.

 Por otro lado hay una insistencia en los abordajes que centran la atención en la ansiedad que tiene una persona. Está bien, eso, claro. Pero desde mi experiencia creo que todo lo que va dirigido al individuo pierde una circunstancia básica: su constante relación, vinculación e interdependencia con los demás. Por esto, cuando abordamos la ansiedad no debemos dejar de lado estos aspectos relacionales que siempre están presentes. En este sentido, la perspectiva desde la que trabajo, considera constantemente la relación que se establece en la consulta que es paralela a las relaciones que se establecen con los demás. Y ahí radica el problema. Porque la ansiedad es una manifestación individual de las relaciones que tenemos con los demás, de aspectos de estas relaciones. Por lo que, más allá de los beneficios puntuales de las técnicas de relajación y de incremento de la conciencia de uno mismo, si no se consideran los aspectos relacionales que se activan en el espacio asistencial, todo tratamiento queda manco, o cojo.

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