Siento defraudar en este punto pero no, no paso este tipo de pruebas. En su momento las pasaba y en cierta medida era útil.  Y en algunos casos, muy útil. Pero reconozco que más allá de su validez, de que muchos de mis colegas los utilizan, a mi no me dan una información válida ante un proceso psicoterapéutico. Muy posiblemente es una de mis carencias y que muy posiblemente, si me hubiera concentrado en su dominio hoy los utilizaría como muchos de mis compañeros. Pero hay algo que me hace un tanto reacio.

Por lo general los tests y cuestionarios nos dan información sobre la persona que viene, y la ubica en un punto en relación a las respuestas que dan otras personas al mismo cuestionario o test. Y creo que ello es válido para algunos procesos diagnósticos y para tener puntos de referencia frente a los progresos que hace un paciente. Pero a pesar de todo, no los uso. ¿Por qué?

Para mí la relación asistencial, la relación psicoterapéutica, es una construcción conjunta con el paciente que acepta este juego, este baile: vamos a ir charlando de tus cosas, de tu vida, de ti mismo, de forma que no haya cortapisas (o las menos posibles). Y en esta charla van apareciendo miles de temas. Por supuesto y de forma principal aquellos que están relacionados con la razón por la que uno se pone en contacto con un profesional; pero luego hay una infinidad de temas que también nos afectan y que los vemos o los vivimos a partir de las características de nuestra forma de ser y de la forma cómo el entorno me permite ser.

Y es a través de estas charlas y, fundamentalmente, a través de lo que se va tejiendo entre los dos por donde podemos entender la problemática real de quien viene a visitarse (interesante reflexivo que indica que en realidad uno se encuentra consigo mismo). ¿Dónde podríamos poner aquí un test o un cuestionario? En realidad, si debiéramos pasar un test sería aquel que nos valora a los dos, que valora lo que hacemos o no, y nos indicara si vamos por un camino adecuado o no. Y eso, hoy por hoy no existe.